¡Buenos días! Hace dos semanas, fallecía el arquitecto alemán Frei Otto y a los cuatro días, se desvelaba el ganador del Premio Pritzker de Arquitectura 2015, él. El reconocimiento público y general será póstumo, aunque el arquitecto ya conocía, con antelación, la noticia, por lo que falleció sabiendo que su nombre quedaría para siempre entre los galardonados para pasar a la posteridad como uno de los grandes. Este premio no es fruto de sus últimos trabajos, sino de su labor constante buscando la innovación tecnológica de la arquitectura, y como muestra de ello, dos de sus obras: el Pabellón de Alemania en la Exposición Internacional de Montreal de 1967 y la cubrición de varios edificios deportivos para los JJOO de Múnich '82.
Él es el autor de un método destinado a cobijar grandes superficies, situando los puntos de apoyo en el exterior del perímetro del edificio, economizando en material, mediante soportes de escaso volumen. Los materiales eran de alta resistencia, cables y puntales de acero, así como membranas plásticas sobre las que se apoyaban grandes cubiertas livianas que parecían levitar en el aire. La inspiración la encontró en las mismas construcciones que realiza la naturaleza, así como en los tipis, y en los toldos utilizados desde los comienzos de la Historia.
Su obra está entre otras tan importantes como las bóvedas de Gustavino a finales del siglo XIX o las parabólicas de Candela en los años 50 y 60. Ellos y Otto han permitido avanzar a la arquitectura hacia la ligereza y la eficiencia mediante sus formas inusuales y sus sencillas construcciones. Por todo ello, os dejamos con un vídeo de las experimentaciones arquitectónicas de Otto con burbujas de jabón y las fotografías de sus más importantes obras.
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¡A por el lunes!